Banco Santander y la confianza de sus clientes
Seguro que Francisco Guerrero ya no vuelve a fiarse del Banco de Santander en lo que le queda de vida: “Estoy muerto en vida”, repite una y otra vez. Como otros muchos clientes, sin formación, ni información, confió los 6,5 millones de Euros que le habían tocado en la Bono Loto, en el Banco de Santander y en el buen hacer de sus empleados. Lo que Francisco Guerrero no sospechaba es hasta qué punto los empleados de banca son galeotes atados al barco que los utiliza para maximizar las comisiones que son capaces de cobrar a sus clientes, tanto en productos simples, como en productos muy sofisticados.
El Banco Santander se cuida de transmitir una imagen de confianza entre el público para asegurarse una nutrida clientela, mientras tanto el empleado que no alcance los objetivos será relegado, en el mejor de los casos, o sencillamente despedido. Esa estrategia unida a unos raquíticos niveles de capital le aseguran al banco unos pingues beneficios (ya explicamos en otro post el porqué de los reincidentes rescates bancarios.
Recuerdo hablar con un empleado de BBVA que me explicaba por qué su mujer había tenido que invertir parte de los ahorros familiares en acciones de Bankia, entidad para la que trabajaba su mujer. ¿Se imaginan la razón? Muy sencillo, o compras o no estás ‘alineado’ con el banco y te vas. Hay que sentir los colores, no queda otra. Es un argumento demoledor, una suerte de bonus inverso: si quieres conservar tu trabajo, vas a embarcarte con nosotros como galeote y las pérdidas que tengas que asumir son el precio por conservar tu trabajo. Si empeñas tu credibilidad engañando a muchos, recibir un plus a final de año. Dicho empleado de BBVA, aunque de un área técnica intuía que la inversión no sería rentable y sus compañeros así se lo habían hecho saber en las conversaciones entorno a la máquina de café, pero no sospechaba que fuera tan desastrosa. Cuando Bankia se vino abajo, exigía un rescate bancario y la devolución de su dinero. ¿Por dónde cortar esta locura? El día que el sector alimentario o sanitario se comporte de la misma manera, vamos a acabar todos muertos.
El caso de Francisco Guerrero es más sangrante si tenemos en cuenta de MiFID II ya está en funcionamiento. Si se preguntan que es MiFID se lo voy a explicar con un ejemplo muy sencillo. Las inversiones son vehículos y los inversores son conductores. De la misma forma, hay conductores de gran destreza y experiencia, como Fernando Alonso y hay quien no se ha subido a un coche en su vida, como Francisco Guerrero. La idea de MiFID es que los Franciscos Guerreros que entran por los bancos no acaben subidos a un Formula 1 y que los Fernando Alonsos, también llamados brokers o especuladores, no tengan que conducir un cochecito a pedales: a cada cliente según su nivel de riesgo. Para planchar algunas arrugas que aparecieron en MiFID I, se creó MiFID II. ¿Adivinan el nombre que le pondrán al nuevo MiFID tras la crisis que se nos avecina?
¿Les suena bien la teoría? Eso pensaron en Bruselas, pero no contaron con que en la práctica Banco de Santander y otros bancos seguirían subiendo a los Franciscos Guerreros de nuestro país a Ferraris donde cobrarles brutales comisiones arriesgando su capital, mientras los gestores del banco demuestran su total incapacidad para hacer ganar dinero a sus clientes.
El resto de los ciudadanos debemos aprender a huir de bancos como el Banco de Santander y buscar entidades como ING que no nos cobren comisiones y que no exprimen a sus clientes y empleados como a galeotes. Como regla general: investiguen siempre el riesgo del producto bancario, no se fíen de la rentabilidad y si no entienden el producto, no inviertan.
Sigan estas sencillas reglas:
- Si no entiende una Letra del Tesoro, guarde su dinero en el colchón o en la cuenta del banco.
- Si no entiende de Bolsa, invierta en Letras del Tesoro.
- Sospeche de todo producto bancario, sin excepción y pregúntese cómo va a vivir su banco de sus ahorros porque seguro que lo hará.
Los bancos viven de su confianza y usted paga por sus errores.