Hibris y Metanoia (Por El Porquero de Agamenón)
Dicen los papeles que después de este impasse de la pandemia, el ser humano habrá aprendido a ser más tolerante, solidario y que el mundo cambiará para mejor. A pesar de mi optimismo de la voluntad…Permítanme dudarlo. En esta huida radical de la realidad, mi escepticismo de la razón me dice que corremos incluso el riesgo de estupidizarnos aún más.
Creo que era Borges quien comentaba que en un pasaje del Apocalipsis se observa que los hombres que acaban de sufrir una plaga, una vez repuestos de los estragos de ésta, tienden a repetir misteriosamente las acciones que los hicieron merecedores del castigo; y, en consecuencia, una nueva plaga acaba derramándose sobre ellos.
Y ya los griegos, que se las sabían todas, inventaron la HYBRIS, ese pecado capital de la soberbia que chamuscó a Icaro y del que sus directos descendientes aprendimos poco. Y nada por ese muy romántico gusto por el exceso y la ausencia de límites, por el desafío a esos mismos límites. NO, quien crea que no hay límites sólo puede, en consecuencia, sufrirlos y más pronto que tarde chamuscarse como nuestro antepasado griego.
Pero puestos a inventar, los inefables griegos también inventaron el concepto de METANOIA, y que pretende ser la capacidad de superación y de reconstruirse que no es mero reconocimiento de errores pasados, sino conversión radical, una suerte de transformación real y profunda.
Pero, ¿y eso cómo se hace? ¿Cómo se pone freno a esos recurrentes arrebatos de identidad en los que la propia miseria es motivo de orgullo? ¿Cómo transmitir lo esencial con entusiasmo, sin aspavientos y fluir en busca no de la verdad, sino de la honestidad y la sensatez? Vivir, dejar vivir y no agredir a los demás…y como Ulises no sentirse tentado por la inmortalidad que le ofrece Calipso, y regresar al regazo de Penélope, al terruño que un día le vio partir.
Y volviendo al principio…que me he ido de paseo por Grecia. Lo que digan los papeles, habrá que ponerlo en cuarentena mientras se siga imponiendo el debate sentimental al racional, donde el adversario directamente y sin cuestionamiento previo se convierte en enemigo ( L´enfer c´est toujours les autres).